Día de la Tierra

«No hay planeta B», decían las pancartas de las recientes marchas por el clima. De hecho, sólo hay una Tierra y nos corresponde a todos cuidarla. Es nuestra preciosa Tierra la que celebramos en el Día de la Tierra, cada 22 de abril, desde hace más de cincuenta años, para pedir la protección del medio ambiente y la biodiversidad. Pero, ¿qué sentido tiene este día, cuando es una lucha diaria?

Día de la Tierra: la historia de un movimiento mundial

Todo comenzó el 28 de enero de 1969, cuando un pozo de petróleo explotó frente a la costa de California, en Estados Unidos. Un enorme vertido de petróleo engulló a miles de aves, delfines, focas y otros animales marinos. Como reacción a esta dramática contaminación, Gaylord Nelson, un joven senador de Wisconsin, y Denis Hayes, estudiante de la Facultad de Derecho de Harvard, llamaron a una movilización general para exigir que se tuvieran en cuenta las cuestiones medioambientales en las políticas federales estadounidenses. Para actuar y concienciar al mayor número posible de ciudadanos, empresas e instituciones sobre la protección del planeta y la biodiversidad, propusieron la creación de un Día de la Tierra.

El primer Día de la Tierra se organizó un año después, el 22 de abril de 1970, y reunió bajo el mismo lema numerosos actos en ciudades y campos de todo Estados Unidos. Más de 20 millones de estadounidenses (¡el 10% de la población de la época!) se movilizaron para celebrar la Tierra y pedir un replanteamiento del desarrollo industrial y sus consecuencias en el medio ambiente. Esta primera gran manifestación fue un gran éxito, que condujo a la creación de la Agencia de Protección del Medio Ambiente por parte del Presidente Nixon a finales de 1970 y, a raíz de ello, a la adopción de varias leyes fundamentales en Estados Unidos, como una ley de educación medioambiental y otras sobre la protección del aire, el agua y las especies en peligro de extinción.

En los años 90, el movimiento se internacionalizó. El 22 de abril de 1990, 200 millones de personas de más de 130 países celebraron la Tierra mediante actos, conferencias, conciertos, actividades de recogida y reciclaje, plantaciones colectivas, manifestaciones contra los vertidos de petróleo, los vertederos de residuos tóxicos, las fábricas contaminantes, etc. El Día de la Tierra se convirtió en el mayor acontecimiento medioambiental del mundo y preparó el camino para la Cumbre de la Tierra organizada por las Naciones Unidas en Río de Janeiro en 1992. En España, la asociación Jour de la Terre France inició sus campañas de sensibilización.

En 2009, la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 22 de abril como «Día Internacional de la Madre Tierra». Los Estados miembros de la ONU reconocieron así que la Tierra y sus ecosistemas son un bien común único que hay que preservar y que es necesario lograr un equilibrio justo entre las necesidades económicas, sociales y medioambientales de las generaciones actuales y futuras. Una agenda amplia.

Hoy en día, más de mil millones de ciudadanos celebran el Día de la Tierra en 193 países, y las cuestiones climáticas y medioambientales están cada vez más presentes en todos los niveles de la sociedad. ¿Pero qué significa esto en la práctica?

El agotamiento de los recursos naturales y la rápida degradación del medio ambiente mundial son el resultado de modelos insostenibles de consumo y producción que han tenido consecuencias perjudiciales tanto para la Tierra como para la salud y el bienestar general de la humanidad. El futuro de nuestro planeta depende de una sociedad sobria y del empoderamiento de todos los actores. Todas las cuestiones son interdependientes: energía, residuos, calidad del aire, preservación de los recursos, biodiversidad, etc. ¡Y todos podemos actuar!

Si bien el Día de la Tierra se ha convertido en una fecha emblemática y en un símbolo para la sociedad civil, para sus organizadores es sobre todo una oportunidad para crear un impulso común de acción el 22 de abril, y luego al día siguiente y todos los días del año, a todos los niveles. La asociación pretende dar a los individuos y organizaciones las herramientas para estimular la acción medioambiental. Para ello, cada año, además de sus diversas asociaciones y programas educativos, pone en marcha un calendario participativo en línea para que todo el mundo pueda sumarse o proponer una actividad.

La necesaria transición energética

En Europa, el principal sector emisor de gases de efecto invernadero es la industria energética. Si queremos cumplir el objetivo de reducir las emisiones en un 40% entre 1990 y 2030 fijado en el Acuerdo de París para preservar el planeta, tenemos que hacer una transición hacia el uso de energías más sostenibles y menos contaminantes para nuestras actividades, pero también replantearlas para que requieran menos energía.

Y para animar al mayor número posible de personas a hacerse resistentes a la energía, contacta con placas solares Granada MLG Electrosolar.